Analizamos en profundidad las mentiras más difundidas sobre el coronavirus SARS-CoV-2, que causa la enfermedad de la COVID-19. Apóyate en la ciencia y, ¡no te dejes engañar!
El SARS-CoV-2 es un tipo coronavirus descubierto en diciembre de 2019 que ha provocado, en pocas semanas, una pandemia que amenaza los sistemas sanitarios mundiales, y que ha forzado medidas de confinamiento que debilitan la economía. El objetivo de los científicos es desarrollar cuanto antes una vacuna segura y eficaz y/o tratamientos víricos para combatirlo, y detener así su masiva propagación.
La naturaleza de este virus, que contiene solo ocho kilobytes de código genético ARN contenido en una cápsula de lípidos y proteínas, le hace capaz de infectar rápidamente células humanas dado que posee una proteína con una alta afinidad a los receptores humanos llamados ACE2, que contienen desde las células pulmonares, hasta células del intestino.
Poco a poco vamos conociendo más datos sobre este coronavirus, que causa la enfermedad respiratoria de la COVID-19, y la información de diversa naturaleza circula a través de las redes sociales y los medios de comunicación. Afortunadamente, la era de la información hace posible que podamos democratizar el conocimiento científico. Eso sí, es imprescindible que se haga a través de canales oficiales y de comunicadores fiables. De lo contrario, corremos el riesgo de asumir creencias falsas que, aplicadas a nuestra vida, pueden tener consecuencias muy peligrosas.
La propagación de las fake news y las teorías conspiranoicas son todo un fenómeno antropológico: se explican, por un lado, por la necesidad de la población de encontrar respuestas; y, por otro, por el atractivo y el morbo de determinadas hipótesis fatalistas. Muchas noticias falsas que se difunden son fácilmente rebatilbes usando el sentido común. Pero otras pueden pasar por información verídica al ofrecer un relato verosímil (que no cierto) o bien porque se alinean con los sesgos o ideas dogmáticas de aquellas personas que las escuchan y las difundan. Por otro lado, otros 'bulos' informativos proceden de una mala interpretación de la literatura científica, o por no poner en contexto los datos. Para obtener un buen tratamiento de la información existen los profesionales de la comunicación, quienes deben encargarse de esta labor.
Para asegurarnos de que estamos ante una información fiable, podemos aprender a diferenciar algunos indicios que deberían hacernos sospechar. Estos son los indicativos de que estamos ante una noticia falsa:
No hay fuentes a la vista
Las fuente no son oficiales o no son una institución científica
No hay contraste de hechos u opiniones
Se utiliza un relato simplista para desarrollar una cuestión compleja
El contenido suena demasiado prometedor o, en cambio, demasiado fatalista
A continuación, desmontamos algunos de los mitos, bulos, o fake news más comunes que circulan estos días acerca del coronavirus.
En situaciones de crisis, muchos estafadores se aprovechan del desconocimiento, el miedo y las dudas de la población para difundir delirantes tratamientos que, no solo no son efectivos para cobatir la enfermedad, sino que pueden ser incluso peligrosos para la salud.
Ningún remedio casero puede combatir o prevenir un virus dentro del cuerpo. Cuando se integra en el organismo e infecta a las células, los procesos dirgidos a su eliminación son muy específicos. Fuera del cuerpo, en cambio, sí podemos eliminarlo de las superficies mediante el lavado de manos y la desinfección de superficies, dado que el coronavirus posee una envoltura de lípidos que puede desintegrarse ante la acción el jabón o productos de limpieza que contengan tensioactivos.
Bulo: el SARS-CoV-2 es un arma biológica
Un arma biológica sería un preparado químico diseñado en un laboratorio con el objetivo expreso de liberarlo para diezmar a la población. A día de hoy hay muchos científicos estudiando a fondo el SARS-CoV-2. Esto ha permitido secuenciar el genoma del coronavirus para descubrir que no existe ningún indicio de que haya sido diseñado en un laboratorio, como han publicado estudios cientificos como este, en la revista The Lancet; y este otro, en Virological.org. Lo que indican estos estudios, si acaso, son pruebas de que no es un arma biológica. Y la explicación es la siguiente: los científicos han descubierto que el sitio de unión donde el coronavirus se une a los receptores de nuestras células dista mucho de ser perfecto. La proteína S del virus y los receptores ACE2 de nuestras células y las de otros animales comparten una gran afinidad, pero esta podría ser mucho mayor; es decir, que el virus, en su versión más perfecta, sería mucho más infeccioso. Esto es un claro indicio de que el coronavirus ha evolucionado por selección natural.
Bulo: la vacuna ya existe.
SARS-CoV-2 era un virus desconocido hasta finales de 2019, no tiene lógica pensar que la vacuna para dicho virus ya está desarrollada, o que está oculta por una élite. De hecho, esa sospecha no hace más que menospreciar el trabajo de las decenas de laboratorios científicos que se encuentran, en estos momentos, trabajando incansablemente para desarrollar una vacuna segura y eficaz.
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